Edición Especial 2014

Palacio de Catalina de San Petersburgo

Uno de los palacios más bellos de europa

Cerca de San Petersburgo se encuentra uno de los palacios de estilo barroco más bellos de Europa: el Palacio de Catalina.

Construido originariamente como palacio de verano para Catalina I en 1718, se transforma bajo el reinado de Isabel I en una glamurosa residencia: el palacio se amplía, y tanto el interior como el exterior se cubren de oro.

También alberga tesoros como la famosa Habitación de Ámbar, considerada poco después como la “octava maravilla del mundo”. A raíz de esto, el palacio se convierte en la residencia favorita de Catalina la Grande, donde pasa prácticamente todas las temporadas de primavera y verano a partir de 1763. De hecho, hizo reformar numerosas partes de este magnífico edificio para reflejar la opulencia del espíritu de su época y su imperio.

Una filósofa en el trono

Catalina II es la única soberana de la historia que ha recibido
el sobrenombre de “la Grande”.

Esta carismática monarca fortaleció la economía de su país y reformó la administración. Fue una persona alegre y bien instruida, le encantaba la música y mantenía activa correspondencia con Voltaire, el pensador más influyente de la Ilustración. Catalina II promovió el arte y la cultura y abrió su reino a ideas europeístas modernas.

En un manifiesto apoyó la inmigración invitando a los ciudadanos de la Europa Occidental a establecerse en Rusia y descubrir sus ríos y lagos, así como “todo tipo de minerales y metales preciosos”. En 1765, por orden de la zarina, se envió una expedición a los montes Urales para descubrir nuevos yacimientos de jaspe, ágata y cornalina. Años más tarde, Catalina la Grande encargó erigir un monumento único a la riqueza natural de su país.

El gran momento de un arquitecto

En 1779, Catalina la Grande mandó llamar a un arquitecto escocés que causaba gran sensación en Europa:

Charles Cameron viajó a Roma en 1768 para realizar excavaciones y mediciones en las ruinas de los baños imperiales con autorización papal.

Las investigaciones de Cameron gustaron tanto a sus coetáneos que lo catalogaron como experto en arquitectura antigua. Su gran momento llega cuando la emperatriz rusa le da la oportunidad de combinar su entusiasmo por la antigüedad grecorromana con otro tema favorito de la nobleza: los minerales. De ahí surgen las espléndidas Habitaciones de Ágata del Palacio de Catalina.

Una obra maestra para su majestad

Catalina la Grande busca recuperar el estilo de las antiguas Termas romanas, y Charles Cameron construye, en la década de 1780, unas instalaciones sencillamente asombrosas.

El lujo se extiende a las siete estancias de la planta superior. A petición de la emperatriz, las paredes se recubren con paneles de jaspe artísticamente ornamentado procedente de los Urales. Por aquel entonces, el jaspe se conocía como ágata, dando nombre a las Habitaciones de Ágata.

La incorporación de tal profusión de piedras preciosas plantea un especial desafío a los artesanos, pues los minerales preciosos son muy duros y difíciles de trabajar, en contraste con el mármol. Correr este riesgo tuvo su recompensa. Las magníficas habitaciones ganan el favor de la emperatriz y en ellas se refugiará a partir de entonces para escribir su correspondencia personal.

Escribir historia

Catalina la Grande busca recuperar el estilo de las antiguas Termas romanas, y Charles Cameron construye, en la década de 1780, unas instalaciones sencillamente asombrosas.

En el cuerpo bañado en platino de la estilográfica se insertan tres láminas de jaspe color marrón rojizo, que transmiten el aura única de aquellas magníficas habitaciones. Los sucesivos procesos de pulido aportan un brillo incomparable a las vetas de estas maravillosas piedras.

El motivo de cadena grabado en el cuerpo recuerda el marcado estilo de las Habitaciones de Ágata. El capuchón de la pluma se adorna con cuarzo ruso facetado de color gris.

Escribel esplendor de una épocair historia

La edición de lujo de la Edición Especial “Palacio de Catalina” combina un baño en oro de 24 quilates con una artesanía de piedras preciosas de extraordinario refinamiento.

El cuerpo está adornado con seis piedras de jaspe en un hermoso dibujo: enmarcadas por rosetones minuciosamente elaborados en oro de 24 quilates y engarzadas a mano en segmentos de resina preciosa color ébano.

Dos piedras de cuarzo ruso facetado color amarillo solar coronan el cuerpo y el tapón de la pluma de émbolo. Las dos ediciones cuentan con plumín bicolor de oro de 18 quilates grabado a mano. El tapón bañado en platino protege el botón giratorio del mecanismo de émbolo de la pluma estilográfica.

Creada por maestros artesanos

El diseño de la Edición Especial “Palacio de Catalina” supone todo un reto de creación artística.

¿Y quién mejor que el Taller de Ámbar del Palacio de Catalina para responder a este desafío? El taller reunió a artesanos de distintas disciplinas para realizar con la máxima perfección los trabajos de restauración del palacio.

Este equipo recuperó el auténtico diseño del interior de joyas arquitectónicas como la Cámara de Ámbar o las Habitaciones de Ágata.

Extraordinaria presentación

Cada pieza está individualmente numerada y se presenta en estuche de madera pulida color negro intenso. El certificado de autenticidad con la firma personal del director del Taller de Ámbar, Boris Igdalov, garantiza la autenticidad de las piedras preciosas rusas utilizadas.

El estuche de madera se puede utilizar como estuche de coleccionista, ya que cuenta con espacio adicional para otras seis piezas.